El enamorado
Estamos en un departamento, casi todo es liso, no hay manchas en las paredes, no hay arrugas en la ropa, no hay partículas de tierra bailando por los rayos de luz que entraban por las ventanas, era surreal, pero no algo que desafiara completamente la lógica.
También éramos siluetas, solo pude distinguir tu pelo corto y tus vestidos raros, pero por supuesto que eras vos.
Escuchamos música, sin letras, a veces un piano, a veces un tambor, el ritmo era hipnótico, pero era una melodía que se olvidaba apenas se escuchaba, por lo cual no tenía que pensar mucho en ello.
De estar viendo a través de la ventana (donde no había nada salvo un infinito color turquesa), en un pestañeo pasamos a bailar. Bailamos torpemente un valtz, salvajemente un rock and roll modernizado que no debía existir, y siguiendo tus pasos, un ballet etéreo, en el cual tu silueta se volvió algo transparente, y que cuando pasaba por la luz, formaba arcoiris de colores fríos.
Cuando el departamento perdia mas y mas detalles, y yo bailaba mas y mas suelto, tu rostro obtenia forma, muy lentamente.
Cuando más podía distinguirte, más cerca estaba de despertarme.
Una mancha de humedad en el techo sobre mí, mi ropa seca de ayer, en el suelo, arrugada, luz de luna tras la ventana, pequeñas partículas danzando. Todavía tenía un par de horas más para dormir.
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