domingo, 18 de agosto de 2019

Orbita

 Abandoné todos mis proyectos el dia que me enteré de que Júpiter no orbitaba el sol.
Despertó una serie de ideas en mi cabeza, ideas que no tardaron en consumirme y desterrar conceptos antes inmutables de mi vida, familia, amigos, salud, todo se volvió dispensable.
En mis sueños me invadian estas ideas, los planetas, las estrellas, las anomalías radioactivas, el sol y todas las estrellas. Yo ya no era parte de la tierra, estaba completamente perdido en el abismo del espacio.

Sabía que me estaba acercando a algo tan grande que apenas podía comprenderlo, encontrar una billetera, personas importantes a las que les interesaba, la felicidad se me presento en forma de elecciones y hasta regalos, era absurdo, el mundo estaba tratando de negociar conmigo para que abandone mi misión.
El amor, el placer, la satisfacción de vivir una vida plena, todo ello era nada frente al secreto primigenio al que me estaba acercando.

Perdí un par de dedos de mis pies, pero podía caminar, mis dedos eran flacos pero todavia podian escribir, usar maquinaria y ayudarme a sobrevivir. Pero estaba agonizando. Muerto no servía en una carrera tan larga como esta.

Adoctriné a algunos jóvenes, idealistas con dolencias mentales, a un paso de la locura, moldeables o destruibles y reconstruibles, herramientas cuando termine de trabajarlos, mártires cuando ya no me servían.

“Instituto tecnologico Santo Theobaldo”

Use el nombre de Dios, como un código, no como una burla, no necesitaba gente que pretendiera que tenía algo que aportar, necesitaba gente tan dedicada como yo, lista para morir por la pieza de conocimiento más peligrosa de la historia humana.

Empecé a comer mejor, a dormir más, pero esto solo cuando mis nuevas energía y mi esperanza de vida estuvieran balanceadas con el tiempo estimado del descubrimiento.

Teníamos sangre en las manos, pero sangre bendita, sangre que consintió a ser usada a favor de algo tan colosal.
Nos acercamos, por lo menos lo suficiente para perder a casi todos mis herramientas, no había nada de trágico en ello, sino un placer enfermizo, el placer de las pruebas y los testigos, no de que esto fuera algo real,  porque lo fue desde que comenzó, sino de que era posible de realizar con manos humanas y en una sociedad tan apagada como esta.

Un hombre de blanco me visitó un poco después de esto, digo hombre, pero en sus ojos estaba la esencia de una era de personas y un fogonazo del conocimiento que estaba por encontrar.

“Estas conciente de las conclusiones, pero debo recordarte, no hay un final agradable a esto”
Su tono monótono me recordó a los bancos al explicar miscelanea sin importancia que de todas formas requeria ser explicada por ley si el cliente lo exigia. Este hombre me hablo sabiendo que no había nada que pudiera hacer para detenerme.

Pero no pude evitar pensar que quizás, había un peligro que no considere, mientras no tenia asco a la idea de abandonar mi humanidad o que la de otros cesé, algo había estado solamente en lo profundo de mi mente.

“Un destino peor que la muerte es el no haber existido nunca”

Pero seguí
Y seguí
Solo de nuevo, justificando cadáveres cada tanto, esquivando organizaciones una vez o dos por mes.
Y lo encontré.
Y tuve que decidir.
Entre escapar y observar la novedad desde adentro, o entre actuar, y terminar el extraño proceso geo-metafísico.

Me inyecte aire en una arteria, mientras observaba como solamente el reconocer la existencia de otro abismo tan grande o más grande que el que yo adoraba tanto, existiera, y de que seguramente, fuera algo exponencial, oscuridad al lado de más oscuridad, oscuridad superpuesta, oscuridad que mantenía a más oscuridades dentro de ella. Y lo más terrible de todo, sería la existencia de un abismo blanco.

El cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Burundanga

 El vagón estaba helado, siempre había un pelotudo que no cerraba la ventana, y no era un tema de que le gustara el viento, o el frío, o de ...